jueves, agosto 10, 2006

El Sueco y Camarón


Hola otra vez reve,

He pensado mandarte esto porque no te he contado por qué la caritativa de Bocatas me resulta hoy un poco más inmediata.

Como sabes, siempre he vivido en un barrio en el que la heroína se llevó por delante una generación entera. Este hecho siempre me ha hecho despreciar a los yonkis porque, quizá, en un sitio así se forman inevitablemente dos bandos: El de los “tontos” que han caído y el de los “listos” que se libraron. Como yo soy de los “listos”, siempre los he juzgado por caer en ese mundo (lo paradójico es que quizá mi único “mérito” fue nacer unos años más tarde y poder comprobar a diario los efectos que causaba en esas personas a las que juzgaba, como si se hubieran sacrificado inconscientemente para que yo me salvara de su mal. Por ello, pensándolo bien quizá ni siquiera tuve posibilidad práctica de caer).

Camarón me ayudó a comprender un poco mejor el dolor de estos pobrecillos quien, sumido también en ese mundo, había recibido el don de transmitirse a los demás por medio del arte y, como vivía en medio del dolor, me metía su grito en el corazón y me hacía experimentar una honda pena. La canción “Dicen de mí” me partió una vez el alma. Arranca en la primera estrofa y termina en la última con un atisbo de soberbia (la mentira en la que todos hemos vivido pensando que lograremos vencer “a nuestro enemigo”), para desgranar durante las estrofas la súplica de quien no encuentra consuelo, sintiéndose juzgado por los hombres, tan pequeño y débil que hasta se avergüenza y pide perdón por llorar y suplicar.

“Dicen de mí que me amenaza el tiempo.
Dicen de mí que si estoy vivo o muerto.
Y yo les digo, les digo.
Mientras mi corazoncillo hierva
yo voy a vencer a mi enemigo.

Si me ves un día, la mirada perdida
y la locura en el semblante.
Apiádate de mí, no me maldigas
porque las penas van prendidas
al fleco del aire.

Dicen de mí...

Si me ves un día, los ojos vencidos
llorando al alba.
Apiádate de mí, no me maldigas,
que la desgracia va unía
al cauce del agua.

Dicen de mi...

Si me ves un día, mirando al cielo
suplicando a Dios.
Apiádate de mí, no me maldigas
que los tormentos respiran
por los rayos del sol.

Dicen de mí...”

Ni siquiera era él quien escribía las letras, pero sólo adquirían significado en su garganta quebrada y profunda, y desde la melancolía de su mirada.


Yo hoy puedo afirmar que D. Giussani hablaba con verdad cuando decía, citando a Adrienne von Speyr: "La gracia nos inunda. Esto constituye su esencia [la gracia es el Misterio que se comunica; la esencia de la comunicación del Misterio es que nos inunda, nos penetra]. Ésta no aclara punto por punto, sino que irradia su luz como el sol. El hombre sobre el que Dios se prodiga a sí mismo debiera verse preso de un vértigo tal que le hiciera ver sólo la luz de Dios y no ya sus límites, la propia debilidad. Debería renunciar a todo equilibrio (buscado por sí mismo), debería renunciar a un diálogo entre sí y Dios como dos socios, y ser un sencillo receptor con los brazos abiertos que no logra aferrar, pues la luz se esparce sobre todo y permanece inaferrable.”

Lo puedo afirmar como objeto de Su gracia desde la más inmerecida de las posiciones, transmitida siempre a través de una relación en Cristo.

Por ello Bocatas me pone frente a esa debilidad infinita (que me recuerda que su mal tiene la misma raíz que el mío) pero sin estar solo, con mis amigos en Cristo a través de las cuáles soy objeto de Su gracia y me hacen ser cada vez más consciente de que hay un lugar en el que es posible el perdón. Y partiendo de esta posibilidad, como decía Nembrini en Formigal, se puede salir a la calle a pecho descubierto a retar al mal.

Y te digo todo esto sabiendo de antemano que, por debilidad, traicionaré este juicio 9 de cada 10 veces, esperando ser nuevamente rescatado por Otro, precisamente a través de mi debilidad.

Un abrazo amigo,


Sueco.

El mundo de la droga


Exposición sobre Rock del EncuentroMadrid 2005 (www.encuentromadrid.com)



Dee Dee Ramone:
(...) La última vez que ví a Connie, estaba haciendo la calle. Intenté darle dinero para que pudiera pillar. Tenía mal aspecto. No sé cómo podía quererla, pero yo la quería. Luego me enteré de que, cuando murió, una de las chicas había hecho una colecta para comprarle un ataúd a Connie, y que todas las chicas habían contribuido, pero otra chica se llevó el dinero y se lo gastó en caballo. Al cabo de unos años pensé en ello y me eché a llorar.

Mail no publicado...(original)

Un mail que he recibido de un amigo (qué importante es tener amigos así) decía, al comentarme una circunstancia difícil: "El cristianismo es la posición más inteligente y la que más te hace libre ante la vida. Ante las circunstancias uno puede hacer dos cosas. afirmarse o afirmar a otro. Tener esto presente ha hecho que no me haya asfixiado y haya podido mirar con ternura las cosas que tenía delante.... "
Es algo que de tanto oirlo te entra por una oreja y te sale sin más por la otra. Excepto que se haga carne, se haga experiencia. Que uno pueda dar esta clase de juicio dentro de alguna circunstancia que le está pasando. Entonces cobra todo su valor y te golpea porque inmediatamente percibes que existe la esperanza de vivir la circunstancia propia así.
Es todo lo contrario a la posición esa coñazo que tenemos tantísimas veces del "Sí, pero". Sí, somos cristianos, pero la circunstancia es demasiado jodida, aburrida, banal, demasiado indigna. Uno acaba reduciendo a Cristo como la estampita pía que nada tiene que decir en la vida concreta. Y puede acabar abandonando la Iglesia porque es inútil algo que no sirve para nada en la vida. Al menos uno se queda en el, Cristo sí, pero inútil.

En cambio, comprender que uno tiene que aprender en la circunstancia a empezar a balbucear el nombre de Cristo, hace que el amor a la propia vida, a la Iglesia y a Cristo no estén separados, sino que sean una sola cosa.

Sí, tenemos que aprender. En vacaciones, en el trabajo, en la caritativa, con los amigos, el fin de semana, o con la familia. Tener la oportunidad de retomar este camino, es ya la salvación.
Feliz verano, trabajando o de vacaciones, da igual, pero con ternura.

Este viernes, bocatas

Este viernes hacemos bocatas por puro gusto de hacerlo. Será por tanto de esos bonitos y no de los rutinarios o porque toca. Algo así como la nana que una madre canta a su hijo. Pura gratuidad.
El que venga me diga qué puede traer de papeo o bebida porque el Banco de Alimentos está cerrado aunque tenemos cositas.
Finalmente un texto donde se pone de manifiesto la importancia que tiene la caridad y pequeñas acciones o donaciones también desde el punto de vista macroeconómico y de eficacia en línea con lo que se nos dice dentro de la Iglesia, que cualquier acción, aun la más banal, tiene un peso infinito si lleva dentro la conciencia por la que se hace.
También en vacaciones nos ayudamos a mirar lo que más nos importa en la vida.
Un abrazo a todos.

bocatas
volamos


DIFERENTES FORMAS DE COMPASIÓN
Caridad versus filantropía

Por Karen Woods

El plan de Warren E. Buffett de transferir 31.000 millones de dólares de su fortuna a la Fundación Bill & Melinda Gates conlleva en sí el potencial de lograr muchas cosas buenas, fundamentalmente en los campos de la sanidad y la educación que son en los que se especializa Gates. Pero no perdamos de vista que hay diferencias entre la enorme cantidad de pequeñas donaciones caritativas como las que hacen la mayoría de los americanos cada año y el regalo de Buffet que constituye la clásica filantropía tipo gran fundación.
La filantropía, con todas sus buenas intenciones, no implica necesariamente un nexo personal con la persona necesitada, aunque puede ser así y a veces lo es. La filantropía es algo más institucional, de amplio espectro, el primo de la caridad, la cual representa el nexo personal y directo con los necesitados. Andrew Carnegie construyó cientos de bibliotecas con la fortuna que amasó en la industria del acero; eso es filantropía. La tía Evelyn, voluntaria en el hospicio de la iglesia del barrio y que dona de forma anónima 150 dólares anualmente para este servicio, es un ejemplo de caridad.
El año pasado, los americanos donaron más de 260.000 millones de dólares a miles de asociaciones benéficas, instituciones filantrópicas, iglesias, fondos de ayuda en caso de desastres y una multitud de otros proyectos de bienestar. Las donaciones personales corresponden al 76% de todo ese dinero, o sea, 199.000 millones de dólares, según la Giving USA Foundation. En comparación, los fondos que las grandes fundaciones ofrecieron en 2005 llegaron a 30.000 millones de dólares, una suma que aumentará considerablemente según vaya haciéndose efectiva la gradual transferencia monetaria de Buffet a Gates.
Ese enfoque institucional a la filantropía que Buffett prefiere encaja bien con su carácter y su enfoque práctico para invertir. En una entrevista para la revista Fortune, Buffett decía: "No creo haber nacido para filántropo... La información sobre la filantropía llega muy lentamente y eso me fastidia. Tendría que estar demasiado involucrado con mucha gente con la que no querría tener que involucrarme y oír más opiniones de las que me gustaría".
Claro, a veces uno tiene que escuchar cosas increíbles cuando está tratando de mejorar el mundo. Si el método a distancia de Buffet logra conseguir resultados positivos en la cura de enfermedades, el fin de la pobreza y para hacer del mundo un lugar mejor, entonces debería ser elogiado con todo merecimiento. Pero alguien va a tener que acercarse lo suficiente al problema (a menudo hay problemas a resolver personalmente) donde se debe lidiar no sólo con opiniones sino con gente que tiene nombre y rostro.
Con demasiada frecuencia, la atención que se pone en las grandes donaciones hace sombra a esas asociaciones benéficas que no sólo persiguen aliviar de forma significativa la necesidad y la pobreza sino que buscan lograr a largo plazo la autosuficiencia y poder vincular nuevamente a la persona que ayudan con su comunidad. El 46% de las organizaciones sin fines de lucro ni siquiera llegan al presupuesto anual de 25.000 dólares exigido para presentar declaración de impuestos. Pero así es la caridad. Y tiene el valor añadido de que establece una relación personal entre quien tiene los recursos y quien tiene la necesidad. Y la mayor parte de ese trabajo caritativo se desarrolla con pequeños programas comunales, frecuentemente con motivación religiosa y sin depender del gobierno omnipresente.
Para ser justos con Buffett diremos que su filantropía anterior se ha dirigido a pequeños grupos a través de pequeñas contribuciones. Mucho de ello ha pasado a través de fundaciones familiares. En una carta a su hijo Howard, Buffett identifica los principios guía que le han servido para desarrollar sus negocios y su filantropía:
Un par de ideas (aunque no directrices): Pon tu atención en los nuevos fondos y tu energía en relativamente pocas actividades con las que (tu fundación) HGB pueda marcar una diferencia importante. Concentra tus recursos en necesidades que no puedan resolverse sin tu esfuerzo. En cambio, evita hacer pequeñas contribuciones a multitud de actividades que valen la pena pero que posiblemente tienen donantes y que probablemente seguirían funcionando sin tu aportación. Toma en consideración la posibilidad de trabajar con tus hermanos en proyectos importantes. Préstale atención a la comunidad en la que vives pero ten la mente abierta. Evalúa los programas por la forma en que encajan con tus metas y sus oportunidades de que tengan éxito, no por quien te lo haya pedido. Cuenta con que cometerás algunos errores; no se puede lograr nada importante si sólo tomas decisiones "seguras".
Con respecto a la Fundación Gates, valoremos la filantropía sin precedentes de Buffett por lo que es: un regalo que conlleva un potencial inmenso para hacer el bien. Y me apresuro a añadir que es también uno de los muchos frutos del sistema de libre mercado que, a veces, produce una riqueza inimaginable para algunas personas que pueden decidir libremente cómo usarla, si para bien o para mal del mundo. Debemos tener la esperanza de que los usos moralmente buenos del dinero de Gates y Buffett –sanidad y educación– pongan énfasis en la exclusión de causas moralmente objetables –aborto y control de la población– hacia donde algunas veces se han dirigido anteriormente.
Con el dinero que le da a Gates, Buffett se une a las filas de los grandes filántropos de Estados Unidos. Es su prerrogativa si no quiere que le molesten con opiniones o tener que ver a alguien necesitado. Pero alegrémonos de que también haya una tradición caritativa que trabaja en el terreno en la amplia mayoría de las donaciones de este país. Nos hace falta tanto lo micro como lo macro.
Karen Woods es Directora del Centro de Compasión Efectiva del Instituto Acton en Grand Rapids, Míchigan.

* Traducción por Miryam Lindberg del artículo original.