repartiendo papeo

sábado, junio 17, 2023

FIESTA BOCATAS JUNIO 2023.


 Y EL NÚMERO GANADOR DE LA SUPER RIFA DE BOCATAS 2023 ES:  

2.505
(Papeleta ganaodra en posesión de Rodrigo de Proyecto Encuentro)


martes, diciembre 20, 2022

NAVIDAD 2022


 

NAVIDAD 2021




 

domingo, enero 17, 2021

NAVIDAD 2020

 

viernes, marzo 27, 2020

COMO EL PRIMER DÍA


Cartas al director (no publicadas)....
#charitynotstop
 
«¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»  (Lc 24, 18) 

Este archiconocido pasaje del relato evangélico de los discípulos de Emaus preguntando a aquél misterioso hombre cómo no podía conocer la actualidad de su tiempo, me ha venido a la cabeza respecto de la situación actual.
También nosotros preguntaríamos asombrados a alguien que asegurara no saber nada sobre nuestra especial situación actual del corona-virus. Nos escandalizaría sin duda y pensaríamos que esa persona esta fuera de este mundo.

Estas circunstancias me recuerdan muchísimo a un pasado viaje que hice a Tanger para ver como Monseñor Agrelo, obispo español cabeza de esa Iglesia, se mueve por allí. Me sorprendió y me dejó perplejo después de hacer un periplo por las diversas obras que tiene la Iglesia allí (guardería de las hermanas de Calcuta, casa de acogida de disminuidos psíquicos de los hermanos franciscanos de la cruz blanca, programa de acogida de inmigrantes del  África subsahariana en la catedral de Tánger, etc) que la casi única razón de ser de la Iglesia allí y casi por lo único que existía era por la caridad. No creo que existiera si fuera solo para ofrecer los sacramentos, pues es un país musulmán donde está prohibidísimo la publicidad o la misión de la religión católica y la comunidad cristiana es exigua. 

No sabría explicarlo teológicamente, si bien sería interesantísimo también desde la teología darle una vuelta (si es que no se la han dado ya), pero me ha venido a la cabeza esta iglesia tangerina fundada sobre la caridad al prójimo en esta nuestra situación, donde se han suspendido todos los oficios religiosos y se ha dispensado a los fieles de la asistencia a la Eucaristía. 
Sin embargo, en la carta escrita por mi padre el obispo de Madrid Carlos Osoro sobre la crítica situación actual del corona-virus,  al hablar de la caridad, en su punto 8 dice "Insisto en que en esta situación adversa no podemos olvidar el deber de atención espiritual y material a los enfermos, a los ancianos, a los pobres, a los niños y a las personas vulnerables, que en nuestra tradición ha constituido siempre la máxima preocupación para la Iglesia."

Como pista o guía leía recientemente esto del gran Peguy: "Toda debilidad de la iglesia en el mundo moderno no se debe, como muchos creen, a que la ciencia haya montado contra la religión sistemas aparentemente invencibles, no se debe a que la ciencia haya descubierto, haya encontrado, contra la religión, argumentos, razonamientos, como si dijéramos victoriosos. Se debe, por el contrario a que lo que queda del mundo cristiano carece profundamente hoy, en lo social, de la Caridad. Lo que falta no es, en absoluto, el razonamiento. Es la Caridad. Todos esos razonamientos, todos esos sistemas, todos esos argumentos pseudo-científicos, no serían nada, no pesarían gravemente, si hubiera una onza de Caridad. Todos esos vientos mentales no empujarían tan lejos si la cristiandad hubiera seguido siendo lo que era, una comunión, si el cristianismo hubiera seguido siendo lo que era, una religión del corazón."

Hoy mismo, escribía un compañero de un pequeño grupo de whatsup donde nos hemos ido reuniendo de modo espontáneo gente dedicada a los más pobres en las más diversas y bellas formas: "Hola. Tengo un chico marroquí de 20 años con una minusvalía, enganchado al crack y viviendo en la calle. Donde le puedo derivar?"
Con la que está cayendo, después de pasarme el día entero repartiendo alimentos incluso a domicilio a algunos de nuestros amigos desfavorecidos, llega esto. Parece una bofetada. Vero. No hay nada que hacer con este chaval... Casi. ¿Casi? ¿Cómo casi?
Como aquel día en que Jesús se presentó a estos dos camino de Emaus como un extraño ajeno a todo y a todos, hoy también está con la misma potencia, discreción y ternura.
¿Dónde se le puede derivar? Sin ninguna duda, donde todos nosotros: en las manos de Dios.
Esta Presencia cambió el mundo, cambia el mundo y lo seguirá cambiando. 
 Porque el está aquí, como el primer día
#charitynotstop

sábado, marzo 21, 2020

EN PLENA CRISIS CORONA VIRUS

Un juicio de Gerry Toledo, un buenísimo amigo de los bocats...



MIRAR A LO ALTO



     En realidad es sencillo: todo lo que desestabiliza y nos hace calibrar el valor último de nuestras supuestas seguridades, sea individual o comunitario, es una tremenda y amorosa voz venida de lo Alto. Alzad la mirada, nos grita; sondead lo profundo. Todo pasa, sólo Dios queda; y lo que es de Dios, es decir, el amor a los hermanos, a todos los hermanos, y a las criaturas, donde Dios mismo se hace presente. Nos dice, como atestigua la Escritura, que no sólo no se mueve una hoja de árbol sin Su permiso, sino que hasta el último de nuestros cabellos están contados (para los calvos, en pasado, pero real...) Todos los gestos de bondad y de sufrimiento compartido que brotan estos días, vienen de Dios. Y a nosotros, creyentes, se nos ha dicho que acojamos todos estos movimientos del corazón, de creyentes y no creyentes, pues el hombre ha sido creado por la Bondad y para la bondad, y cuando secunda su voz interior está escuchando a Dios. A los cristianos se nos ha regalado el consagrar con la mirada, y en esta hora concreta se nos regala el ser voceros de una Verdad que amplifica y eleva estos movimientos bondadosos. Ante todo se nos dice: no olvidéis a los pobres, a los que desde siempre viven en estados de emergencia, sometidos a todas las inseguridades y precariedades, a todas las limitaciones, a todas las epidemias sin auxilio, a las hambrunas y las andaduras por caminos peligrosos y letales. A las humillaciones.

       Una clave del misterio del dolor es el para qué, antes que el porqué: para poder comulgar en amor con todos los demás sufrientes de la tierra. Esto, en cristiano, se llama cruz, donde -después de Jesucristo- uno nunca está solo. Está con Él, y en Él. Y desde esta relación misteriosa, está con todos. Ahora se nos facilita esta vida: unas sociedades pagadas de sí mismas que se han creído invulnerables tienen, en sus miembros, en muchos de sus miembros, la oportunidad de salir de sí. Son numerosas las personas que lo están haciendo. Pues que siga el dinamismo... y atraviese las concertinas, los muros, las cárceles, las fronteras, las mentalidades... hasta llegar a los lugares que ayer y hoy sufren todos los males ante indiferencias cómplices. Mediremos de algún modo si los gestos bondadosos de hoy fructifican o no, cuando esta enfermedad comience a hacer estragos en los lugares de la tierra que no tienen medios. La bondad, el amor, es difusivo. Pero tiene poderosos enemigos... el temor, el sinsentido vital es uno de ellos. Hay que salir pues al encuentro de los empobrecidos: todos conocemos, si queremos conocer, a muchos que piden por las calles y hoy no pueden hacerlo; que viven de la chatarra y de los vericuetos increíbles de lo que se conoce como economía sumergida de supervivencia: éstos tampoco pueden hacerlo; conocemos a ancianos que viven solo, gentes que no pueden ni deben dejar a niños solos en las casas, hermanos que viven en la calle y siguen ahí, en calles desiertas y sin ayuda, otros hacinados en pisos-patera que tampoco pueden salir a pedir o a hacer chapucillas, etc... Es decir, podemos salir a atender a estas gentes. Realidad en la medida en que necesitan de ayuda, de bienes básicos, igual que nosotros... y signo de otras realidades. de las infinitas personas de nuestro mundo que malviven y mueren en situaciones de apocalipsis habitual, rutinario, y que hoy han desaparecido de su ya escasa presencia en los medios de comunicación y en nuestras vidas. No olvidéis a los pobres. Y sabed que estáis ungidos para que os enamoréis de todas las gentes

#charitynotstop

domingo, enero 12, 2020

Cartas al director

Estimado director
Yendo de peregrinación por Madrid a la catedral de la Almudena con unos amigos el pasado 31 de diciembre en acción de gracias por el año transcurrido, en un momento dado, nos cruzamos en un parque con un matrimonio que estaba con su bebe jugando cerca de un parque. 

El entretenimiento consistía en un pequeño coche deportivo teledirigido donde iba el niño y el padre llevando el cochecito de un lado para otro con los dos pulgares de la mano. La cara de los tres, padres con niño incluido era de aburrimiento absoluto: el nuevo juguete reducía al máximo cualquier riesgo para el bebe que no podía si quiera fijar la mirada en punto alguno de la realidad apetecido así como el esfuerzo de los padres por controlar a su niño que ya no tenían que seguirle por donde sus alocadas patitas pudieran sugerirle. El control y la reducción de posibles riesgos era casi absoluto, pero directamente proporcional al aburrimiento colectivo familiar.

Pensando un poco en esta imagen durante la peregrinación, caí en la cuenta de algo evidente a la cultura y tradición cristiana pero que está totalmente en entredicho por la mentalidad común actual. Dios jamás ha amado al ser humano bajo esta modalidad. Él ha asumido en este loco amor todo el riesgo de la libertad de sus hijos, dándonos en plenitud unas capacidades (talentos lo llama el evangelio) con los que ponernos en juego. 

Es verdad, que es una relación muchísimo más arriesgada, donde todo podría salir mal, donde el plan inicial, incluso el vínculo con nuestro creador pudiera llegar a deteriorarse hasta casi romperse y donde además se podría utilizar toda esa libertad para perturbar, incluso destruir, al prójimo. No hay mandos teledirigidos ni posibles atajos que valgan aquí. La libertad, y por tanto, la relación o el vínculo es 100% verdadero. Los riesgos también,

Tan es así, que luego en el precioso evangelio del último día del año que escuchamos  en la misa que hicimos al llegar de la peregrinación a la catedral en la cripta, el comienzo del evangelio de san Juan que describe de un modo precioso el comienzo de esta locura de Dios con su criatura dice: "Vino a su casa y los suyos no lo recibieron". 

Sin embargo, y junto con estas "reglas del juego" sin atajos ni mandos teledirigidos, existe un aliado permanente de Dios que el hombre, cualquiera que sea y haya hecho lo que haya hecho,  es incapaz de manipular: su corazón, lugar indeleble de los deseos más humanos de belleza, justicia, perdón, misericordia. 

Un comentario de instagram de la editorial Nuevo inicio dice: "Antes de cualquier consideración sobre nuestra urgente necesidad de volver a empezar de nuevo, es importante tener una conciencia clara de nuestra incapacidad para crear la realidad en la que pretendemos movernos. Ninguna estrategia es creadora...Porque esa realidad y ese deseo no lo generamos nosotros, tan pobres y fatigados. Esa realidad nos la encontramos dada, donada; igual que nuestra humanidad; igual que nuestro deseo. Un nuevo inicio solo puede ser un don. Un regalo que podemos acoger con el comienzo de cada día. Creo que ese sí sería un nuevo inicio."

En esta aventura de la vida podría parecer que entonces los cristianos parten con ventaja y en parte así es puesto que han recibido la conciencia de este don especial que les ha revelado el Padre, pero, a la vez, tienen mayor riesgo de desperdiciarlo, petrificándolo, terminando por convertirse en guías de museo, adoradores de cenizas, acabando esclavos de cierta autoreferencialidad y cultivando una espiritualidad de etiqueta. Un alma acostumbrada diría Peguy.

Es precioso empezar el año con esta conciencia de que el Señor nos quiere libres, arriesgando de nuevo en este nuevo año y poniendo en juego de nuevo todo lo que somos, fe incluida, sin miedos de perder lo que ya tenemos, lo que ya somos, lo que hemos ido descubriendo ya, las tradiciones de las que formamos parte. Dios nos da el 2020 para volver a apostarlo todo, con todas nuestras capacidades, virtudes y defectos, con todo nuestro corazón, con todo lo que somos. De nuevo y por entero como dice la parábola de los talentos

Que gusto de Señor este, qué intrépido y a la vez que ternura y amor por cada uno de nosotros. Nos toca lo más fácil: jugarnos por entero de nuevo fiándonos de su más pura esencia: Dios es misericordia.
Feliz Nuevo Inicio 2020
Chules de bocatas