repartiendo papeo

viernes, junio 30, 2017

Bocatas y la rueda

Bocatas se puede definir como un grupo de amigos que desde hace ya más de 21 años (fundado en 1996) se dedica a repartir todas las tardes-noches de los viernes del año algo de comida, bebida y ropa a los pobres de Madrid. Desde hace 14 años en los poblados marginales de venta de droga a las afuera de Madrid: las Barranquillas antes y ahora Valdemingómez – Cañada Real.
La evolución de todos estos años ha hecho que con un buen puñado de toxicómanos haya nacido una amistad que les ha servido para salir de la droga y sobre todo resocializarse con mucha facilidad. Pasan de ser exdrogodependientes anónimos y casi molestos que nadie en las ciudades quiere ni estima, a tener un gran grupo de amigos, una gran familia que les da soporte, siendo el principal, aunque no el único, afectivo. Queda configurada de esta manera natural, la gran segunda pata de bocatas que es el acompañamiento y sostenimiento en la vida a los que antes estaban en el mundo más profundo de la marginación y la  delincuencia. En definitiva, pasan a ser personas marginadas y dedicadas a todo tipo de actividades ilegales y perniciosas para una ciudad a ciudadanos trabajadores, contentos y normales en sus actividades de ocio y tiempo libre. Muchas de ellas ofrecen su testimonio en colegios, universidades, etc.
Habiendo conocido de primera mano, desde la calle y los poblados el mundo de la droga, hemos caído en la cuenta que el sistema de recuperación del drogadicto le falta una gran pata para acabar de funcionar. Es verdad que, mal que bien, existen programas de casas y lugares de rehabilitación que se ocupan de las primeras y más urgentes  necesidades de deshabituación de las drogas, controles físicos, médicos y psicológicos e incluso de ir adquiriendo las habilidades sociales básicas: higiene, limpieza, convivencia en pisos, cocina, compra, busca de empleo, talleres, etc. Estos aspectos se cubren por las llamadas redes formales: asociaciones sostenidas por dinero público que se encargan de sacar al drogadicto del mundo marginal.
Pero existe una tarea que no está cubierta por las Administraciones públicas ni por las llamadas redes formales o profesionales. No porque no quieran, sino porque no pueden. Las redes profesionales y públicas no están hechas para cubrir las necesidades afectivas o de amistad que toda persona necesita para un correcto desenvolvimiento social y vital. Aquí entran las redes informales: familiares, antiguos amigos y bocatas.
En la mayoría de los casos, estas redes están totalmente deterioradas. Las familias no quieren saber nada, o incluso si existen, no pueden hacerse cargo de una carga económica y moral tan grande. Los amigos sólo existen los del entorno de la droga. Aquí bocatas es donde viene a aportar su grano de arena y la importancia vital que tiene dentro del mundo de la lucha contra la droga y la marginación.
Al ser un gran grupo de amigos, una extensa red, cada uno aporta su granito de arena: abogados que llevan causas penales de forma gratuita y desinteresada a los nuestros, parroquias que acogen en viviendas disponibles a los ex drogadictos, dentistas que hacen su trabajo de forma gratuita, psicólogos, empresarios que dan trabajos, y un gran número de jóvenes y familias que comparten el ocio y tiempo libre de la forma más natural y normal del mundo con esta gente, impulsando en ellos el gran cambio iniciado con la decisión de dejar el mundo de la droga.
Según nuestros datos, podríamos hablar que el 80% al menos de las personas que empieza algún proceso de deshabituación de la droga recae y vuelve al mundo de la droga. No conocemos ningún drogadicto durante todos estos más de 20 años que no haya dejado o intentado dejar la droga varias veces. Todos lo han intentado dejar, tan inhumano y duro es el infierno en el que se vive. Es lo que nosotros llamamos la rueda, haciendo alusión a la canción de los suaves “siempre igual”.
Hay que romper esta lógica YA. Los ex drogadictos que nos conocen y se hacen amigos de bocatas, el porcentaje cambia: el 95% deja las drogas de modo definitivo e incluso el 5% restante sigue teniendo contactos y amigos que le ayudan a sobrevivir cuando vuelven al mundo marginal ofreciéndoles constantes oportunidades de volver a empezar.
Desde la sencillez de una amistad ofrecida a los marginados de la ciudad, nos parece que esta frágil apariencia tiene una potencia increíble que, junto con los medios profesionales y técnicos de las administraciones públicas y entidades profesionales sociales y sanitarias  hacen que el método de recuperación de las personas marginadas sea íntegro, completo y eficaz.

Por eso sería estupendo que las administraciones públicas y las redes profesionales y formales del sector social de rehabilitación de drogadictos pudiera entablar contacto, relación de forma estable y apoyo material y económico con este tipo de redes informales tipo bocatas, pues se podrían invertir los porcentajes de éxito del objetivo común a todas ellas: la lucha contra la droga, la marginación y la delincuencia.

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